Dice el refranero que en casa del herrero, cuchillo de palo.
En nuestro caso eran las sillas y la mesa del salón lo que era de hierro, más concretamente de forja negra.
Tienen ya algunos añitos y las sillas han comenzado a romperse, así que hemos decidido que, en lugar de soldar las viejas sillas de hierro, vamos a reemplazarlas por unos taburetes y una sólida mesa de madera de pino, a juego con nuestra mesita de centro.
De momento hemos fabricado solo tres.
Los tres primeros taburetes de una tanda de seis.
Pronto nos pondremos con el resto.
Uno de nuestros taburetes.
Aquí empieza todo.
Cortamos unos tablones de unos 40 X 40 cm para el asiento y unos listones para las patas.
Como queremos que nuestros taburetes (y la mesa principal que haremos más adelante) estén a juego con nuestra mesita de centro, lo que hemos hecho es "manchar" el tablero para luego decaparlo con un formón.
Es un decapado basto, con muescas, arañazos...
luego lo hemos pulido con una lijadora de mano orbital, con grano medio para dejar unas marcas circulares de lijado.
El resultado una vez tintado es el siguiente:
Este es el acabado rústico que buscamos; envejecido y deteriorado.
Hemos tintado los tableros, las patas y los refuerzos antes de encolarlos, ya que el tinte no coge bien en aquellas zonas que se manchan con la cola, y es inevitable que la cola de carpintero rebose un poco al unir las partes.
Unimos el tablero a las patas, tanto con cola, como con unos tornillos que, como veis, quedan por debajo del nivel del tablero gracias al avellanado que hemos practicado a los agujeros de guía de los tornillos.
Y aquí están nuestros tres taburetes, barnizados y listos.
Solo quedan hacer otros tres más y claro... la mesa a juego.
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